domingo, 6 de octubre de 2013

Resumen y opinión del artículo: De la televisión y el cine a la lectura. Gemma Lluch


De la televisión y el cine a la lectura          


  El análisis que se hace de las relaciones entre la televisión y el cine y la literatura, se da en tres vertientes. Hay algunos que hacen referencia a la presencia de la literatura infantil y juvenil en la televisión. Otros apuntan a las adaptaciones televisivas, que se han hecho de algunos clásicos de literatura infantil. Y el último grupo, apunta la influencia de unas narraciones en otras.
           
            A continuación se centra en la influencia del relato televisivo en la literatura infantil y juvenil actual, y afirma como estas  producciones literarias, se están adaptando a las demandas de los lectores, enfocadas a la cultura mediática, creada en el cine y la televisión.

            Surge así, la necesidad de plantear un cambio en la manera de leer. No entienden de la misma manera la lectura un niño, que un padre o docente, la percepción de la narración será distinta. Lo que se plantea ahora es como buscar en los relatos literarios, con influencia televisiva, una fuente para la construcción lingüística, narrativa y literaria. Para lo que los docentes deberán informarse o mejor dicho formarse en lo que se entiende como el universo de sus estudiantes. No cerrar la puerta que los llevará a entrar en contacto con la forma de entender el mundo, de aquellos a los cuales, deben enseñar. Se deben aprovechar los conocimientos audiovisuales en clase. Partir de las obras que forman el imaginario de los estudiantes, es decir, de sus conceptos previos, para ir añadiendo nuevas obras, a fin de formar tanto la competencia narrativa, como la literaria. Para ello, según palabras de Bertochi, partiremos de los objetivos afectivos, lingüísticos y metalingüísticos.

            En cuanto a las programaciones televisivas, en concreto la programación infantil y juvenil, se desarrolla en base a dibujos animados y series en los que el protagonista es humano. En todas las cadenas se repite este formato. Una situación fija y unos personajes principales, que se alternan con otros secundarios para dar la sensación de diferente. Cuando la realidad es que todo gira en torno a esa situación y personajes, de forma que el lector siente placer al escuchar repetida la misma historia.
           
            En cuanto a los autores, se apunta que no actúan por el bien social, sino por una ganancia individual.

            Para concluir, Lluch dice que no debemos ignorar el poder de los relatos audiovisuales, ya que, conforman una cultura global de la que nuestros estudiantes son copartícipes. Y por tanto debemos analizarla en clase, para enriquecer el currículo escolar y facilitar la tarea de los docentes.

            Opinión:

            Como se apunta en el artículo la televisión y el cine  están ganando la batalla al libro. Llegando incluso a tratar de enganchar a niños y adolescentes a la lectura de libros fundamentados en relatos televisivos. La pregunta que se me viene a la cabeza es, ¿ qué ha quedado de aquel tópico que decía, “ el libro es mejor que la película”? Ahora, no se da pie ni tan siquiera a esta comparación, ya que, directamente no se lee, únicamente se pasan horas y horas delante de la llamada “ caja tonta”.  Para darle la vuelta a esta situación, debemos platearnos, formas de relacionar en el aula, la lectura de textos literarios, con el visionado de relatos televisivos. Hay que acercarse al mundo de los estudiantes a través de este mundo audiovisual próximo a ellos, para tratar de introducir y despertar el placer por la lectura de lo que conocemos como literatura.

            Para terminar, dejo esta frase de William Faulkener, que ha llamado mi atención y guarda relación con el tema que tratamos:

«El problema de convertir una obra literaria en una película, es que le piden a uno que suprima situaciones completas, que agregue escenas en las que uno no cree, que convierta en principales algunos personajes secundarios y que haga desaparecer personajes que para uno son entrañables e imprescindibles. Y ¿qué recibe uno a cambio?: Una fortuna».

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