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RESUMEN:
Juan Cervera en el artículo “En torno a la literatura infantil” presenta un breve análisis de la literatura infantil desde su presencia en la sociedad como literatura propiamente dicha hasta el día de hoy, y su implicación en la escuela y en la formación de los niños.
Es necesario recalcar la definición de literatura infantil antes de empezar a hablar sobre ella. La literatura infantil es “la obra estética destinada a un público infantil” BORTOLUSSI, (1985, p. 16). El objetivo primordial de esta literatura, pues, es satisfacer las necesidades del niño. Esto comporta, por tanto, una mayor especialización en el campo de la literatura infantil, es decir, una indudable dificultad no por sus temas o contenidos, sino por su tratamiento.
En toda obra de literatura para niños, el adulto “recrea una experiencia infantil”, pero estas experiencias pueden ser falsas, por la falta de memoria, por el riesgo de idealización con que recordamos nuestra infancia o por “experiencias” inauténticas que nada tienen que ver con el niño al que destinamos nuestra literatura. Por este motivo, es estrictamente necesario el acercamiento del niño, es decir, su encuentro natural a todas las creaciones de literatura.
Por otro lado, es cierto que en la edad adulta actuamos de acuerdo a nuestra forma de pensar y a nuestros intereses que se rigen por nuestros principios, pero no debemos olvidar que el niño se está formando y educando a través de su familia y de la escuela. Dicho esto, la literatura infantil puede caer en el riesgo de actuar de acuerdo a una forma de dirigismo bajo el mando de quien lo ejerza, pues toda literatura dirigida puede ser manipulada.
Consecuentemente, la escuela es la entidad más eficaz de promoción de literatura infantil. La escuela ejerce por sí misma el poder de controlar la literatura infantil en los alumnos, a través de lecturas, actividades, etc. Esto apunta una serie de riesgos: el dirigismo (la escuela como gestora de gran parte de la educación), la instrumentalización (utilizar la literatura infantil con fines didácticos) y la adecuación entre las exigencias educativas y la libertad de expresión y creatividad (desacuerdo entre el autor y el educador).
Por último, debemos decir que la expansión de la literatura infantil está llamada a experimentar un fuerte crecimiento. Sin embargo aun queda mucho camino hasta llegar a disipar todas las nubes que se ciernen sobre la literatura infantil.
Es necesario recalcar la definición de literatura infantil antes de empezar a hablar sobre ella. La literatura infantil es “la obra estética destinada a un público infantil” BORTOLUSSI, (1985, p. 16). El objetivo primordial de esta literatura, pues, es satisfacer las necesidades del niño. Esto comporta, por tanto, una mayor especialización en el campo de la literatura infantil, es decir, una indudable dificultad no por sus temas o contenidos, sino por su tratamiento.
En toda obra de literatura para niños, el adulto “recrea una experiencia infantil”, pero estas experiencias pueden ser falsas, por la falta de memoria, por el riesgo de idealización con que recordamos nuestra infancia o por “experiencias” inauténticas que nada tienen que ver con el niño al que destinamos nuestra literatura. Por este motivo, es estrictamente necesario el acercamiento del niño, es decir, su encuentro natural a todas las creaciones de literatura.
Por otro lado, es cierto que en la edad adulta actuamos de acuerdo a nuestra forma de pensar y a nuestros intereses que se rigen por nuestros principios, pero no debemos olvidar que el niño se está formando y educando a través de su familia y de la escuela. Dicho esto, la literatura infantil puede caer en el riesgo de actuar de acuerdo a una forma de dirigismo bajo el mando de quien lo ejerza, pues toda literatura dirigida puede ser manipulada.
Consecuentemente, la escuela es la entidad más eficaz de promoción de literatura infantil. La escuela ejerce por sí misma el poder de controlar la literatura infantil en los alumnos, a través de lecturas, actividades, etc. Esto apunta una serie de riesgos: el dirigismo (la escuela como gestora de gran parte de la educación), la instrumentalización (utilizar la literatura infantil con fines didácticos) y la adecuación entre las exigencias educativas y la libertad de expresión y creatividad (desacuerdo entre el autor y el educador).
Por último, debemos decir que la expansión de la literatura infantil está llamada a experimentar un fuerte crecimiento. Sin embargo aun queda mucho camino hasta llegar a disipar todas las nubes que se ciernen sobre la literatura infantil.
VALORACIÓN PERSONAL:
Personalmente, pienso que hasta que no consideremos a los niños como personas, y no como proyecto de los adultos, no habrá una verdadera literatura infantil. Debemos asumir las características propias de este público determinado y considerar las diferencias que comportan de cara al adulto. Tan solo de esta manera podremos hablar de literatura infantil.
Por ello, de acuerdo con el autor, considero que es necesario el acercamiento del niño a las creaciones de literatura, puesto que si el propósito de la literatura infantil es satisfacer las necesidades de los niños, no hay mejor manera de conseguirlo siendo estos partícipes de la misma.
Dicho esto, me gustaría hacer referencia a la siguiente afirmación del escritor Julio Cortázar:
Por tanto, se hace evidente que la imaginación y la creatividad son componentes fundamentales en la creación de la literatura infantil. La falta de dichos componentes, acabaría con la verdadera literatura infantil que complace y da respuesta a las necesidades íntimas de los niños.
Finalmente, considero que es necesario destacar el papel del docente como mediador (promotor) de la literatura infantil en el aula. El docente debe orientar el proceso de lectura, creando un camino de motivaciones, intereses y disfrute por la misma. En definitiva, ofrecer experiencias lectoras que cumplan las expectativas del alumno. De esta manera, conseguiremos crear un vínculo afectivo entre la lectura y el alumno, de forma que la lectura formará parte de la vida de los alumnos como fuente de goce y de placer.
Por ello, de acuerdo con el autor, considero que es necesario el acercamiento del niño a las creaciones de literatura, puesto que si el propósito de la literatura infantil es satisfacer las necesidades de los niños, no hay mejor manera de conseguirlo siendo estos partícipes de la misma.
Dicho esto, me gustaría hacer referencia a la siguiente afirmación del escritor Julio Cortázar:
“Es verdad que si a los niños los dejas solos con sus juegos, sin forzarlos, harían maravillas. Usted vio cómo empiezan a dibujar y a pintar; después los obligan a dibujar la manzana y el ranchito con el árbol y se acabó el pibe”.
Finalmente, considero que es necesario destacar el papel del docente como mediador (promotor) de la literatura infantil en el aula. El docente debe orientar el proceso de lectura, creando un camino de motivaciones, intereses y disfrute por la misma. En definitiva, ofrecer experiencias lectoras que cumplan las expectativas del alumno. De esta manera, conseguiremos crear un vínculo afectivo entre la lectura y el alumno, de forma que la lectura formará parte de la vida de los alumnos como fuente de goce y de placer.
Enlace: http://bib.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/02584952190269595209079/index.htm
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